El estudio de la historia de la vida pública, cívica y cultural de una comunidad no sólo sirve para la sola comprensión del pasado, sirve también para su futuro. Desde el siglo XVI hasta el siglo XX, Madrid no fue capital sino Corte. Esta condición hizo de la villa y su contorno (los reales sitios) un lugar muy especial. Gracias a ello, nuestra comunidad dispone de espacios y reservas biológicas de indudable valor, como también un conjunto de palacios y poblaciones cuya estructura y esencia serían incomprensibles sin este factor y que suponen un valor de singular importancia como patrimonio.